Casi todos nosotros dividimos las experiencias de nuestra vida en aquellas que nos gusta y aquellas que no. Pero los maestros taoístas nos enseñan a mirar más adentro. En el flujo del yin y del yang todo está constantemente cambiando a su opuesto. Cuanto más vivamos siendo conscientes de las inevitables corrientes de la vida, más superficial parece y orientado de manera equivocada a rechazar ciertas experiencias e intentar aferrarse a otras. Es mejor aceptar la plenitud de la vida.
Un cuento popular nos muestra estas enseñanzas.
Cuando un semental de un viejo granjero gana una feria de ganado, su vecino pasa por su casa para felicitarle, — pero el viejo granjero – le dice — ¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?
Al día siguiente unos ladrones le roban su valioso animal y su vecino va a consolarle, – pero el anciano — le contesta — ¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?
Unos días más tarde el brioso semental se escapa de los ladrones y se une a una manada de yeguas salvajes, conduciéndolas de vuelta a la granja. El vecino se acerca a compartir la alegría del granjero, pero este dice — ¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?
Al día siguiente el hijo del granjero se rompe una pierna al intentar montar a una de las yeguas. El vecino se acerca a compartir su pena con el granjero, pero la actitud de éste sigue siendo la misma.
A la semana siguiente el ejército pasa reclutando soldados a la fuerza para ir a la guerra, pero no se llevan al hijo del granjero porque no puede caminar. — El vecino piensa para sí mismo, — ¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?, y se da cuenta de que el viejo granjero debe ser un sabio taoísta.
Extraído del libro de Timothy Freke.
No existe ni lo bueno ni lo malo, solo existen las experiencias que nos sirven para despertar y aprender de ellas, incluso cuando el dolor sea nuestro maestro.