Una de las grandes experiencias que he tenido a lo largo de mi vida es aprender a conversar conmigo misma. Cuando digo que he aprendido, es porque no era consciente que lo hacía.
Lo primero que empecé a hacer, fue ser observadora de mis conversaciones. Sin embargo, esta práctica de observarme me generaba sobresaltos. Era como un niño al que descubren haciendo algo malo, así que empecé a cambiar la manera de cómo entraba a observarme y me escuchaba sin juicios.
Sobre mis prácticas de observación, descubrí que mis conversaciones, tenían una tendencia a mirar hacia el pasado o me proyectaba en el futuro soñando, imaginando y planeando todo lo que podría hacer. Pocas preguntas o casi ninguna, sobre quién quería ser o en quién me quería convertir. También descubrí, que tengo partes de mí que asumen roles, que debía aprender a escucharlas y a conversar con ellas para integrarlas, todo esto para que apoyaran mi propósito.
Con los años aprendí una nueva práctica de liderazgo, sobre cómo conversar conmigo misma, para potenciar a mi ser líder y mi ser ejecutor efectivo. Una práctica vital para incrementar mi capacidad de acción y de coordinación. Esta práctica me permitió ubicarme en un momento real con respecto al cumplimiento y la situación actual de mis compromisos.
Dicha práctica, si bien construyó en mi un nuevo observador, hoy me moviliza desde las tareas hacia los compromisos. También, puedo decir que esta práctica, requiere disciplina, desafiar creencias y sobrepasar barreras (bordes), ya que no es un checklist o un plan de tareas. Es una práctica de reflexión, diseño, creación del futuro y de creación de nuestra propia identidad.
Esta conversación, plantea una estructura indispensable para alcanzar los resultados que nos importan. La conversación consigo mismo, trata de crear resultados futuros con los cuales nos hemos comprometido personalmente o hemos acordado con otros y también, se trata de diseñar las acciones que producirán esos resultados.
¿CUÁL ES LA RELEVANCIA DE LA PRACTICA DE LA CONVERSACIÓN?
¿Qué pasa cuando la práctica está presente?
Hoy puedo ver la diferencia al ser consciente de las conversaciones que tengo conmigo y las que veo en mis clientes, que practican dicha conversación.
Lo primero que podemos hacer, es diseñar el futuro que nos importa y compartirlo con otros a los que también les importa lo mismo. Podemos hacer promesas claras y clarificar condiciones de satisfacción.
Podemos diseñar conversaciones que nos llevarán a ese futuro deseado, anticipar posibles barreras, declarar insatisfacciones y crear nuevos acuerdos. Podemos celebrar nuestros logros, podemos potenciar a nuestro ser cliente y ejecutor de nuestras promesas y compromisos. Esto significa, que podemos elegir y crear una nueva conversación para cambiar, renegociar, declinar o clarificar cualquier compromiso, lo que nos produce liviandad, alegría, ambición, resolución, conexión, confianza, etc.
¿Qué pasa cuando la práctica no está presente?
Cuando la práctica no está, no existen roles claros para la coordinación de los compromisos, faltan promesas, cualquier camino es válido, insatisfacciones permanentes, sin un futuro claro, pérdida de tiempo, foco en las tareas, agobio, sensación de no avanzar, miedo a poner conversaciones faltantes, desgaste, perdida de energía y confianza al triangular conversaciones, asumimos las responsabilidades de otros, en lugar de pedir responsabilidad, lo que nos lleva a resultados pobres y contracción corporal.
El resultado de la conversación, es un documento escrito, que aporta rigor al proceso de pensamiento. No es el documento físico, es la conversación respecto a nuestras promesas. El documento es la huella de las conversaciones sostenidas.
Se trata de escuchar cómo pensamos y cómo conectamos con el rol que asumimos en la coordinación de nuestras acciones, e ir formando el cuerpo que acompañará dicho rol, diseñando las conversaciones necesarias para lograr el futuro que deseamos. Debemos evitar caer en el rol de víctimas, buscamos ser los líderes y protagonistas de nuestras vidas. Buscamos conectar con aquello con lo que estamos agradecidos, lo que disfrutamos y estamos orgullosos. Cambiar los viejos pensamientos e historias que nos hacen sufrir y que nos causan malestar, dolor o pena.
¿Eres consiente de las conversaciones que sostienes contigo mism@, y con quien las estas sosteniendo?
